Necesitaba una remontada a lo grande, una de esas rondas de golf que de vez en cuando se saca de la manga. Pero se quedó a mitad de camino. Jon Rahm quiso pero no pudo, al menos no tanto como le hubiera gustado, para remar un poco más y acercarse a la cabeza del Acciona Open de España que se celebra en el Club de Campo Villa de Madrid. El número tres mundial entregó este sábado una vuelta de cuatro golpes bajo el par, para -7 en total, a nueve del francés Matthieu Pavon, subcampeón el curso pasado precisamente a la estela de Rahm. Hoy es líder con -16, por -14 del inglés Nathan Kimsey.
En aquella edición de 2022 Rahm destrozó el campo con un resultado global de -25, el más bajo en la historia del campeonato. En 2023 será imposible aproximarse siquiera a esa marca, y salvo una extraña alineación de los astros tampoco podrá revalidar el título, conquistar su cuarta corona y deshacer el empate que ahora le iguala con Severiano Ballesteros como tricampeones nacionales. Es la crudeza y a la vez la magia de este deporte, que puede rebajar a las grandes estrellas y ensalzar a los más modestos. Como ejemplos, los dos españoles mejor situados, Alfredo García-Heredia con -12 y Gonzalo Fernández-Castaño con -11. El primero, gijonés de 41 años, fue sexto en la edición anterior, con una vuelta final de -7, y este domingo peleará por su primera victoria en el circuito europeo. Es curioso su caso: quien fuera subcampeón mundial amateur admite que no le gusta ver el golf en la tele, y que ni siquiera siguió la Ryder Cup, sino que lo considera solo su trabajo y sus pasiones son otras. Sobre todo la pesca, sin la que, cuenta, se hubiera vuelto “loco por el golf”, y jugar partidillos de fútbol con los veteranos del Sporting de Gijón, el club del que es hincha. También es amigo de Fernando Alonso, al que ha seguido en alguna carrera. Y protagonizó la historia curiosa de este Open cuando el jueves, en la primera jornada, se cortó una mano con una puerta de los baños del campo en el hoyo 14, los médicos le curaron y resistió como pudo con un vendaje hasta el final.
Un golpe por detrás de él anda Fernández-Castaño, quien a los 43 años cumplidos este viernes aspira a su octavo título del circuito europeo 10 temporadas después de su último bingo, el BMW Masters de 2013. Dos rondas seguidas de -5 le han devuelto a una pasarela olvidada. Después de una etapa en Estados Unidos, el madrileño ha presentado en este torneo una línea de ropa de golf y ha saltado a la pantalla con un programa semanal en Youtube llamado Golf sin etiquetas, que presenta junto a Álex Larrazábal, hermano de Pablo.
Para Rahm era una jornada de examen después del bofetón del día anterior, una jornada que cerró uno sobre el par y con un borrón en el expediente con los putts, una extrañeza porque no había manera de que entrara uno: cortos, largos, desviados, con corbata… nada. Y en la primera curva del sábado, ahí estaba de nuevo el putt, en el hoyo 1, para medir la recuperación golfística y anímica del enfermo. Embocó Rahm a cuatro pies, 1,2 metros, y cantó un esperanzador birdie para descorchar la ronda. Pero… la crudeza del golf, recuerden. En el golpe inmediato falló la calle a la izquierda en el hoyo 2, consumió un golpe en devolverla al ruedo y se dejó un putt largo que esta vez no entró. El bogey frenó ese chute de energía que le había concedido su arranque de vuelta. Los obstáculos se iban a suceder en el trazado sin concederle una tregua. Algunos los salvaría, otros le penalizarían. Salió ileso de fallar otra vez desde el tee en el 4, también por la izquierda y con un árbol en los morros, aunque la condición de par cinco le permitió arañar el birdie con una buena recuperación. También sudó para conservar el resultado en el 5, otra vez con un desvío en la misma dirección desde la casilla de salida. En el 7 cazó el green con el segundo golpe, pero un doloroso tripateo le devolvió los malos recuerdos del día anterior. Y aunque sumó otro birdie en el 8, cerró la primera parte del recorrido madrileño con la sensación de que necesitaba una marcha más.
Un dardo a bandera en el 10 aumentó su colección de birdies, y dejó claro que cuando el vasco pone la bola en la calle, recta y con la potencia de bombardero que luce, tiene mucho trabajo hecho. Sin embargo, fueron demasiadas las ocasiones en las que caminó por los costados de los hoyos. En el 14, hasta ahora su lugar preferido, se sucedieron las desgracias: pisó el rough de la derecha, su segundo golpe tropezó en unas ramas, se quedo corto con el tercero, todavía sin atrapar el green, y con el cuarto se dejó un putt de 12 pies, 3,7 metros, que no atinó. En ese par cinco de 488 metros donde había celebrado nueve birdies y cuatro eagles en 13 rondas consecutivas, el viernes escribió el par y este sábado el bogey. El jardín se había convertido en una enredadera. “Hay que arriesgar. Yo lo hice porque no tenía nada que perder, pero no me imaginé que ese árbol iba a entrar en juego”, lamentó luego.
Era una vuelta convulsa, a trompicones, justo cuando necesitaba encontrar el ritmo y la regularidad. Una salida potente y al centro le permitió a Rahm cantar el birdie en el 15, resopló en el 16 al salvar el par tras volver a perder la calle, y en el 18 bajó la persiana descontado otro golpe al situarse en el borde del green ya con el cañonazo de salida. Un -7 todavía insuficiente para cimentar el sueño de un cuarto Open de España. “Ojalá no se me vayan mucho los líderes y a ver qué podemos hacer. Al público sólo le digo que espero que lo mejor esté por llegar”, se despidió Rahm antes de retomar su loable costumbre de firmar gorras, bolas y polos a una larga hilera de niños. Un campeón no solo se ve en la cancha.
Resultados de la tercera jornada del Acciona Open de España.
Partidos y horarios de salida de este domingo.
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