Pocas miradas al cielo podrán ser tan profundas como la de Camilo Villegas cuando este domingo embocó el último putt para ganar el Butterfield Bermuda Championship, su primera victoria en los últimos nueve años y su quinto título en el circuito americano. El golfista colombiano recogió a continuación la bola del hoyo, muy lentamente, y se abrazó con su caddie. No había grandes celebraciones, ni gritos, ni los brazos al aire, solo un sentimiento que atravesaba el corazón de todo aquel que conocía la historia de superación de Camilo Villegas. Porque detrás de ese triunfo no estaba solo el fin de una larga sequía deportiva, nada menos que 3.374 días desde su anterior trofeo, el Wyndham Championship de 2014. Había mucho más que el importante premio de asegurarse la tarjeta del PGA Tour para las dos próximas temporadas, y la opción de volver a jugar un grande, el próximo Masters de Augusta, después de siete años sin pisar la élite del Grand Slam, desde el PGA de 2015. Esa victoria del colombiano no suponía únicamente que, por fin, después de un largo martirio, había vuelto el Villegas golfista a sus 41 años. Más que todo eso, era la oportunidad de mirar al cielo y dedicarle el éxito a su hija Mia, fallecida el julio de 2020 antes de cumplir los dos años a causa de un cáncer cerebral.

Seguir leyendo